Hay casos en donde las personas que nos rodean nos defraudan o hacen daño, y la confianza en los vínculos se deteriora y genera diferentes clases de crisis dependiendo de lo importante que es ese vínculo en nuestras vidas. En este sentido, con las experiencias que vamos teniendo, podemos ir aprendiendo a escoger cada vez mejor, en quiénes depositamos nuestra confianza y a quiénes nos acercamos para crecer en conjunto.
¿Quiénes son los compañeros de esta experiencia que llamamos vida? En algunos talleres en los que he estado se mencionan aspectos básicos de bienestar como la alimentación, la respiración, el dormir bien, entre otros. Acá revisaremos un elemento esencial del bienestar, los vínculos que tenemos con las personas. Por un lado, la familia bien o mal hace parte de un lugar importante en nuestra infancia y con suerte en nuestra etapa adulta, sin embargo, en la medida en que crecemos tenemos más opciones para elegir nuestras relaciones, y las personas que hacen parte de ellas. La construcción de la confianza se desarrolla en nuestra infancia y a lo largo de nuestra vida y responde a preguntas del tipo ¿Por qué no habrían de valorarme y cuidarme otras personas? ¿Por qué no habría de ser mi presencia un aporte en la vida de quienes me rodean?
En los casos donde nos han defraudado o hecho daño, quisiera mencionar algunos puntos:
- Es muy importante elaborar el duelo, experimentar y darle un significado a las emociones que nos acompañan en una situación donde hemos tenido algún tipo de pérdida o decepción. Es recomendable darnos tiempo para vivir la rabia, la tristeza e incluso el miedo, para poder luego, en algún momento, estar en otra posición. Durante este tiempo es un reto ser amables con nosotros mismos ya que la culpa puede aparecer. Ser amables con nosotros mismos significa aprender a cuidarnos, buscar alguien con quien hablar si lo necesitamos, consentirnos, estar solos si queremos, buscar actividades que nos recarguen, etc. Escribir puede ser un ejercicio recomendable para ayudar a darle forma a lo que está significando una experiencia en nuestras vidas. En este sentido recomiendo revisar el artículo El valor de los duelos en la sociedad actual.
- La confianza es una opción personal. Es decir, yo decido confiar para establecer un vínculo con un otro, a propósito, respecto a cuidar al otro recomiendo revisar el siguiente artículo de la Psicóloga Diana Morato ¿Qué significa cuidar al otro? También el engaño o negligencia con esa confianza que se brinda, es una opción que tanto uno mismo como la otra persona tiene, sin embargo, el que la otra persona me haga daño o haga algo que afecte la confianza que he puesto en la relación, queda en gran medida por fuera de mi control. ¿Cómo puedo garantizar que no va a ser así? Nadie tiene una forma de garantizar esto, por lo tanto, hace parte de la incertidumbre con la que tenemos que vivir si queremos relacionarnos. Por otro lado, ¿Por qué no habría de respetarme y respetar la otra persona los acuerdos a los que se han llegado? En este sentido, y respetando que es una opción personal, cada uno tiene el derecho de decidir en qué momento confía o en qué momento se siente listo para hacerlo, forzar a alguien a hacerlo o forzarse a hacerlo termina siendo una clase de agresión. Confiar en otro y construir un vínculo es enriquecedor, pero para eso también es importante conocernos y aprender a llegar a acuerdos que respondan a nuestras necesidades y a las de otras personas implicadas en la relación. Esto es lo que llaman un límite en las relaciones.
- No sobra aclarar, que si hay engaño, en gran medida es responsabilidad de la persona que engaña. Es decir, es una decisión que como adulto se toma, y que no hay nada que uno pueda hacer para evitarlo, si la otra persona así lo eligió. Claro, uno puede, sí se entera, decidir si quiere o no continuar con esa relación, pero el punto es que no existe ninguna “justificación”. A veces nos llenamos de justificaciones como, “eso me pasa a mí por confiar en alguien”, “la otra persona no estaba satisfecha en la relación”, o que uno tuvo algún fallo como compañero(a) y por eso fue engañado, estas justificaciones sólo son otra manera de culpabilizar a la víctima y disminuir la responsabilidad de quien incumple un acuerdo.
- Intentar controlar una opción que es personal, es desgastante e infructuoso. La otra persona podrá engañarnos con o sin el control que realicemos (revisar llamadas, preguntar directamente, mirar chats, etc. etc.). Estos intentos de control tratan de dar una certeza y lo que hacen es alimentar dudas e inseguridades. También terminan generando cuestiones de ¿Quién soy yo que tengo que controlar a la otra persona? Es decir ¿creo que la otra persona no me puede querer si no la controlo? Es un poco forzado ¿no? ¿Cómo puedo forzar a alguien a quererme?
- Uno puede tomar decisiones basado en la confianza que alguien nos genere, es decir, puedo aprender a escoger mejor en quien confío y hasta qué punto. Puedo tomar decisiones para estar cerca de personas que sí me generen confianza o con las que tenga mejor sintonía. También puedo aprender a ser más claro acerca de los acuerdos que necesito para estar bien en una relación.
- Es importante revisar si hay elementos que pueden estar incomodándome, como sentir que la otra persona no nos da el lugar que queremos, no nos brinda la atención que necesitamos, etc. En este caso vale la pena hablar con la otra persona para buscar ajustes entre los dos, finalmente la relación debe funcionar para ambos.
También en este tema es necesario evaluar los momentos cuando hemos sido las personas que hemos hecho daño. Principalmente quiero hacer énfasis en que parte de ser adulto es aprender a asumir responsabilidades, y dejar de justificar nuestros comportamientos. Reconocer cuando hemos realizado daño es un principio que conduce a la reparación del vínculo de manera directa cuando la persona todavía está disponible, o simbólicamente cuando ya no está, por ejemplo, haciendo un homenaje o teniendo cuidados con personas parecidas a quien herimos. Que esta también sea una oportunidad para revisar y reparar nuestros vínculos, atender duelos pendientes, y tener relaciones más adultas desde la lógica del cuidado.
Para finalizar también quiero plantear que el daño que hemos hecho o que hemos sufrido no nos condena, depende de nosotros emprender un proceso de sanación de esas heridas, de buscar ayuda, y de apoyar a otros que también están buscando reparar esas heridas. Esta no es una tarea que se pueda hacer solo, requiere también de la cooperación de otros y de la mirada empática que demos a los que han pasado por relaciones difíciles.
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